"¡Más madera, es la guerra!", como dijo
Groucho Marx. O la crisis, como señala con
cierta retranca gallega un analista sobre
los últimos resultados de Ence. La papelera,
que ha visto caer su beneficio neto un 42%
en los nueve primeros meses del año, ha
relevado del cargo a su consejero delegado y
ha circunscrito al tramo español la
disposición de fondos de los dos contratos
de financiación a largo plazo (un crédito
por 1.075 millones y una emisión de deuda
subordinada de 150 millones) suscritos en
abril para financiar su plan estratégico
2007-2011.
Ence, sin embargo, sigue adelante con su
táctica de autoabastecimiento, continúa
invirtiendo en el incremento de su
patrimonio forestal, en la modernización y
ampliación de sus fábricas españolas (en
especial, la asturiana de Navia) y sigue
confiando en buena parte sus resultados
futuros a las energías renovables. Sobre
todo, a la energía procedente de biomasa,
aunque algunos de sus directivos cruzan hoy
sus dedos ante el próximo desenlace,
previsto en principio para mediados de
diciembre, del concurso para la adjudicación
de 2.325 megavatios de potencia eólica en
Galicia. El Gobierno regional tendrá que
resolver, dentro del concurso, sobre
propuestas aparejadas a planes industriales
que implican grandes inversiones en sectores
ajenos al energético, como es el traslado de
la factoría actual de Ence en la ría de
Pontevedra, objeto de continuas protestas
vecinales y de ecologistas, a la zona norte
de Galicia. La idea es levantar un complejo
industrial que complete todo el ciclo de la
madera y la pasta, y cuya inversión final
(entre 100 y 250 millones de euros, según
algunas estimaciones) dependerá en parte de
la dimensión de la adjudicación eólica que
se logre. Según las reglas del concurso, uno
de los aspectos que más se valorará (30
puntos sobre 100) es el "alcance, viabilidad
e interés social" de la propuesta de
compromisos industriales adicionales.
Comparten la iniciativa de Ence, entre
otros, Manuel Jove, ex presidente de Fadesa;
Jacinto Rey, presidente de Constructora San
José, y Epifanio Campo, accionista del Banco
Gallego y presidente de un grupo pizarrero.
Oficialmente, sin embargo, el grupo que
preside Juan Luis Arregui asegura que no hay
ninguna decisión tomada y que el desenlace
del concurso no les preocupa en exceso.
Aducen que disponen de una concesión en
vigor hasta el año 2018 para producir
celulosa en Pontevedra y que, en tanto no se
apruebe un plan alternativo, prevén mantener
su producción al 100% hasta esa fecha. Ence
tiene, además, una participación
minoritaria, un 35%, en la sociedad que
concurre al concurso.
La gran baza del grupo papelero y
energético, en cualquier caso, está hoy en
Uruguay. Cuenta desde mediados de agosto con
la autorización pertinente de su Gobierno
para la construcción de una fábrica de
celulosa de eucalipto con capacidad para
producir un millón de toneladas y 140
megavatios de energía renovable, con
instalaciones portuarias y logísticas
integradas en la planta.
En un momento en el que la demanda
mundial de celulosa supera ampliamente a la
oferta, aunque se hayan reducido en los
últimos meses las importaciones de China y
otros países por la crisis económica
general, y en el que, además, son cada vez
mayores las dificultades que ponen los
Gobiernos y los ciudadanos por motivos
medioambientales a la apertura de nuevas
papeleras, contar con una licencia como la
que tiene Ence en Uruguay es "un tesoro",
señala un analista. No descarta que el grupo
español haga dinero, incluso antes de
construir la planta, con la incorporación
como socio minoritario de algún grupo
internacional. Las dificultades financieras
y económicas han congelado proyectos de
fábricas de otras compañías.
Los logros del tercer trimestre de Ence,
según los analistas, no han sido buenos y
han estado claramente por debajo de sus
estimaciones en resultado operativo bruto y
en beneficio neto (véase información gráfica
adjunta). La compañía achaca este
comportamiento a la falta de coberturas y
extraordinarios frente a 2007, pero algunos
analistas sospechan tirando de los datos del
primer semestre del año y comparándolos con
los del tercer trimestre que el descenso del
beneficio neto se ha producido
principalmente por un fuerte incremento de
los gastos financieros "hasta 25 millones de
euros frente a los 7 millones del periodo
enero-junio".
Los expertos señalan, de cara a próximos
meses, la incidencia negativa en Ence del
desplome del precio de la pulpa de celulosa,
más de 120 dólares la tonelada en dos meses
tras años de subidas en vertical, y la
desaceleración de la economía mundial.
En este contexto de resultados a la baja
y ambiciosos proyectos de expansión y
diversificación dentro y fuera de España, el
Consejo de Administración de Ence ha
designado a Antonio Palacios consejero
delegado en sustitución de Pedro Oyarzábal,
que ha renunciado a dicho cargo y a un
puesto de consejero. Fuentes de la compañía
justifican este cambio en que el "nuevo
contexto en los mercados internacionales" y
la nueva estrategia de Ence requerían un
perfil diferente, un perfil de gestor de
todo tipo de empresas y mercados, para el
puesto de consejero delegado. Palacios, que
en los últimos cuatro años ha ejercido por
libre y que ocupó con anterioridad varios
cargos directivos en Telefónica, como la
dirección general financiera para el área de
Latinoamérica o la dirección general de
recursos humanos de la compañía, ha sido el
elegido finalmente entre media docena de
candidatos.